Lo que me gusta y vos...

No sé qué me gusta más, si el calor de una ducha con agua hirviendo o la calidez de un abrazo tuyo; no sé si me gusta más saber que una relajante ducha puedo tenerla a diario o saber que por un momento puedo fundirme con vos (pero solo un momento...)
No sé qué me vuela más el cocomarote, si no pensar por la tan amada siesta o no poder pensar cada vez que te miro; la siesta me apaga a diario, vos podés desaparecer.
No sé si me gusta más escuchar una canción que me encanta o tu voz; la canción puede repetirse hasta el hartazgo, y de vos no me harto ni repitiendote (pero no puedo repetirte ni mucho menos hartarme de vos)
No sé si me gusta más la comodidad o vos.
No sé si me gusta más el trayecto hacia vos o vos.
¿Me gusta más lo que me hacés sentir o vos?
No sé si me gusta saber que queda vida o pretender que ella se detenga para yo poder disfrutar de cada instante de plenitud que me regalas (¿lo sabés?)

Che è l'attrazione?

Apreciar la belleza es escuchar monologar al otro sobre los más profundos y retorcidos temas que esta tortuosidad nos trae a colación; sentirse atraído por alguien es querer cortar al otro ante cada pregunta retórica que nos abruma. Atracción es perderse en la abundancia de lo cautivante en su verba, de esas banales palabras sobre lo que todos estamos autorizados a hablar pero que nadie tiene la más absoluta razón. Pero esa abundancia desbordante nos muestra, sin embargo, una singularidad que es singular porque es ella y no otra.
Atracción es sentir que algo de este millonario mundo nos es posible. Es intentar cuidar, con más errores que aciertos, casualidad; es sentir lo lejano cerca nuestro, es palpar lo pasajero.
Atracción es sentir un universo colisionar contra el alma y no querer atajarse; es saborear otra lógica, es la no-resistencia a un cambio que se nos avecina.
Atracción es la forma mas didáctica de reformularnos, de aprender de uno mismo, de conocer-nos.
Y aunque no haya media naranja, nuestra completitud no se conoce a sí misma sin la atracción en lo que sigue al aire en tensión.

Escupitajo

Intriga por el simple hecho de abrir los ojos y que ellos se llenen de qué sé yo. Intriga porque querer ya no oír sino escuchar.
Pocos apetecen preguntar, encontrar una pregunta seguida por otra y así ad infinitum; mayoria aquellos que sacian comodidad con silencio, el cual no da sed, sino razón; pero tratába-se de mí.
Y es que en un tiempo en donde los rostros pasan de largo, se difuminan casi al instante y para colmo tan serios y compenetrados en la insensatez, las muecas a nuestro lado no hacen más que arrancarnos desconfianza, esa sospecha devenida en un puñado de preguntas, ¿y qué más que unos ojos con el objetivo fijo en tu ceño prende tanto-fuego-tanto en preguntas? ¿Qué te intimidaría más, morir o unos ojos? La respuesta a unos ojos nunca es más posible que todas. El nerviosismo escoge y habla por vos; imagina uno de esos tantos sin-tiempo se haga con instante para vos, ¿no querrías que no sea un instante? ¿No osarías hablar hasta jadear? ¿No te llena el vacío de palabras?
Si ve lo mágico en tu naturalidad en esos pequeños tiempos libres que se nos son permitidos, ¿no te comería la cabeza?
¿Hay algo más erótico que el interés? ¿Qué te hace ir tan profundo más que unos ojos comiéndote mientras hablas? ¿Cuánto hay que ate más que una mente por descifrar?