Intriga por el simple hecho de abrir los ojos y que ellos se llenen de qué sé yo. Intriga porque querer ya no oír sino escuchar.
Pocos apetecen preguntar, encontrar una pregunta seguida por otra y así ad infinitum; mayoria aquellos que sacian comodidad con silencio, el cual no da sed, sino razón; pero tratába-se de mí.
Y es que en un tiempo en donde los rostros pasan de largo, se difuminan casi al instante y para colmo tan serios y compenetrados en la insensatez, las muecas a nuestro lado no hacen más que arrancarnos desconfianza, esa sospecha devenida en un puñado de preguntas, ¿y qué más que unos ojos con el objetivo fijo en tu ceño prende tanto-fuego-tanto en preguntas? ¿Qué te intimidaría más, morir o unos ojos? La respuesta a unos ojos nunca es más posible que todas. El nerviosismo escoge y habla por vos; imagina uno de esos tantos sin-tiempo se haga con instante para vos, ¿no querrías que no sea un instante? ¿No osarías hablar hasta jadear? ¿No te llena el vacío de palabras?
Si ve lo mágico en tu naturalidad en esos pequeños tiempos libres que se nos son permitidos, ¿no te comería la cabeza?
¿Hay algo más erótico que el interés? ¿Qué te hace ir tan profundo más que unos ojos comiéndote mientras hablas? ¿Cuánto hay que ate más que una mente por descifrar?
25 de julio de 2017
Escupitajo
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