Expiado de mí, exiliado a microdosing. De buenos días a días buenos, pero no todos y es ése el dolor. Quedan crepitando aquellos días de vagabundos bienestares en paredones y umbrales de sodio, nadie supo de las logias entre mis combustiones.
De la verdad a mi yo mentiroso, de mi vergel a mis yemas curtidas en tinta onírica y en erozonas que atrapan desde lunares que piensan. De lo más desconocido a mi yo más lindo en una esquirla de ánimo. Soy un péndulo de arena, nunca cojo forma, ya todos la conocen.
Como una cebolla me luzco, conmigo es un placer llorar, y más aún ser voyeurs. Pero ¡ojo!, pocos vieron mis dientes. Piano a piano, cada novedad lo es hasta desollarme. No hay mejor delirio que ir al cuchillo buscando cuero. ¡Cuántos buracos nuevos!
Mis palabras solo chispean bajo la deseosa pesadumbre. Mi andar, siempre triste.
1 de febrero de 2019
Palabras más, palabras menos
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