19 de marzo de 2019

Soufflé casquillo

El no saber más nada de vos costó cuarentena ya por años. ¿Adónde me fui?
Sometido al rehenato de mis emociones, ya comatosas, y sin más consuelo que una máquina de escribir, veinticuatro siento, ocho pienso.
Paralizados mis miedos, siguen uniéndose contra mí en la quietud. Al borde de lo revulsivo quedó mi mambo, lleno de caras rotas.
Soy una trayectoria, y a cada grieta en un recuerdo, varios fuegos y un alud.
Decimos, mis tres defectos y yo, que estoy curado, no río ni compro. Solo me quedó un panorama para tachar minutos.
Lo supiste ese jueves mismo, ya la sonrisa me costaba la misma vida y ya el llanto enarbolando franquezas. La vida, esquiva cuando no impostora, deleitándose con las entrañas de mi búsqueda. No habrá, entendí.
Sentí bajos y órganos, escapé por céntimos. Pero me sentí en otras personas y siempre caí en mí, y solo hubo cantos y serían mi redención, mis cuclillas desde donde mostrar los dientes.
¿Hacia dónde me fuí? Pude curar al tiempo, que yacía vesícula en mano a la expectativa de mis vómitos. Le expliqué, curamos escupiendo y no regurgitando.
Atrás grandilocuencias, adelante traiciones de mí para mí. En medio, un universo preguntando por mí, pero yo quedé atrás.
En llantas, soy la carta más alta.

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