2 de junio de 2019

Dos de cuatro

Sigo en vuelo. Me conozco un poquillo más: soy ese que escucha el monólogo arriba.
Tengo versiones que todas desmienten. Solo el cansancio me da, amargamente, la razón. Me rodean esmaltes rojos.
¿Si no me lo merezco? Me doy la mitad del sol que va a haber y cuento cómo son las cosas (una pista: como siempre, voy a mezquinar mis cartuchos de vergüenza)
Tendría que aprender la caradurez al son de mi -cada vez menos notoria- capacidad de engañarme a mí mismo (siempre que no tengo un espejo a mano)
Insomnio más tarde, me perturbó algo más: todavía no pasé por lo de Zoroastro ni a su atorranteada. Lo sé, no evito amar a la matufia gitana sin aún haberme calzado los huevos.

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