12 de agosto de 2017

La tempestá

A la tormenta siempre hay que darle un buen desayuno, vestirla bien, perfumarla, presentársela a sí misma al espejo, hacerla que ensaye unas sonrisas frente a él y proponerle quehaceres todos los días.
Nada de animarla, no se siente cómoda siendo vivaracha.

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