He aquí un pecador. Pecador de los más peores, el que no da abasto a las pequeñas descargas, ese que busca conexiones en todo segundo.
Y sí, me devano los sesos y no doy, che, no doy. Nunca di realmente, siempre esquivo, aunque no sé si yo o el todo; todo santo dolor, hoy, se asemeja a tu rostro, a tus manos, a tu voz, tu perfume, tus mañas, tus arrumacos, tu maldita y adictiva esencia; no me acostumbro al vacío.
¿Qué pasó?
Debí saberlo, lo dulce traiciona. Muy putamente siempre caigo en lo mismo, soy propenso al tropiezo.
Llueve, lloro... pasado por agua, pero no limpia, inunda. Y es que no me atrevo, aún, a bailar bajo la lluvia.
Vengo de abajo, pero todavía no salí de él. Y tu perfume me tortura, por cierto.
10 de septiembre de 2017
¿Cuál fue?
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