26 de octubre de 2017

En posición horizontal y no pienso cambiar

Sonó el portazo nomás, y alcancé a escucharlo. Y sí, me es grato quedarme con alguna que otra cosilla.
Ese llanto, no supe cómo reaccionar ni qué mierda de mierdas decir. Es que lo sabés, al menos de mi dolor, que de los malos no está lleno, no. Cosa otra es que estén, diría yo, estratégicamente agazapados para morfar a un llorón.
Y sí, perdiendo el partido, vas a salir a buscarlo con bronca pero sin sapiencia, dejando atrás y también llevando como banderas vacíos que arden ahí donde no sabés dónde. Y sí, lamentablemente, hay vacíos que llenan, esos de los que algunos comen, de los que reciben de buitres a algún ganso.
Y sí, te vas a partir el sombrero veces varias, pero al menos en algún momento la plancha podrás hacer y de lo más liviano vas a descansar. Mal te ven, mal te tratan, ¿o no es así? Pero si no duele, no aprendés; y mirá, si algo aprendí de este portazo es que soy mejor, que ahora mismo estoy candente en una helada sangre. Aún me ancla alguna culpa, pero ya habrá rato para el goce.
Caminá, vos caminá, y si es posible, volá, que es tu anhelo, lo sé. No mires atrás ni atrás mío. Perdete que en una de esas te encontrás y aunque no te conozcas, vas a ser vos, ¡y la sonrisa es lo que mejor te queda!
Adiós, alérgica a las cadenas, lamento haber sido una. Te desearía de todo, pero nada de mí depende y vacío estoy. ¡Ojalá te cruce al mirar al cielo!

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