Y a ver qué tal ese maldito traje, el de ridiculez... Ese putísimo traje me queda tan pintado hace tiempo. Solo la pregunta llega tarde, otra vez más. Ya hasta cansado de cansarme.
Como buen samaritano, o en intento de ello, acepto servilmente mi pienso y no me pienso salir de la vaina, no. Hace tiempo no merezco una mísera muestra de dientes. Cuestión de méritos y yo me encargo de que no afloren, ciego obvio.
¿Y qué mentir? Aún no me alcanza para la purga, siempre cinco pal peso. Seguís ahí, ya no seda sino verduga.
Debería acotarme a lo que soy, resumirme al regalo que me posee y no buscar ser engullido (¡nací para eso, putamadre!)
-Es un mercado, no te olvides.
De nada a todo y de todo a nada... No hay más que un par de símbolos, debería madurarlo.
-Vos y tus parámetros de pacotilla...
Y bueno, ando como nene mostrando una cajita, ¡qué escenita del orto! Como si alguna vez me tiré al río, ¿en qué me vi, loco?
-Sí, la indiferencia otra vez. Bah, siempre la hubo, y por ella he yo así.
Y sí macho, ¿qué esperás? Cambios no merecés, tu temple no merece seda. O falseás, que alguna sortija vas a ligar, o hacete el traje a medida.
-Que agradable hora para palazos, la concha de tu madre. ¿Por qué no viniste a bailar y a tirar un par de muecas como siempre? Total nunca compartís nada, siempre perro viejo vos eh. ¿Ya olvidaste tus sueños? ¿Ni a vos te creés?
Naaa, mirá hasta el puto lugar al que arrastré el orto. Ahora levité. Alguna maldición voy a largar, solo eso.
¿Si añoro? ¿Tiene algún valor la mentira? ¿Cuánto te dura la entereza poronga esa que te arranca un solo ladrido y se te acaba la nafta? Je. Ambos nos conocemos. Es más, nos parecemos... Salvo que el que pone la cara siempre es el más boludo de los dos, el más precipitado.
Esos paisajes... Putas plazas, calles, escenas. Bah, todo mal menos yo, je. Tonto... Te perdiste la vida, loquito. Se te veía el brillo en los ojos, siempre lo supimos. Era tu vida, que ningún parche te embauque. Le jugaste todo al drama, te quedaste sin balas de plata, eso es todo. Todo imperdonable, claro.
-A ver si caés, ni pasaste por la ruta y te ganaste una seda, hermano. ¡Mirá vos! ¡Ahora llorás por los rincones! Si yo te digo que nunca más, entendés a cuál de los dos me refiero, ¿noejasí?
-Eso creo. Pero no me gusta el azúcar, menos en el oído.
Tirás chascarros también ahora...
-Ajo y agua, no es más que un oído, boludo. A vos te arde... y a mí también, je.
-Terminá ya, ¿querés? Si de algo sirve o no, terminá, qué se yo. Sabés que esto no termina acá, que es unas piñas por días la cosa, pero bancame.
Algún solaz ya va a menguar toda esta sangría.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario