9 de septiembre de 2017

Eras alguien a quien yo solía conocer...

Sí, quién iba a decirlo... Vos.
Vos, vos y vos, y yo... ¡cómo!
Algunos paseos. Me esperabas y yo ya planeaba con vos, qué locura. Sí, me esperabas o te escapabas, pero yo iba hacia vos. La previa era el asunto, quizás me iba mejor que antes, quizás tocaba volver con un sinsabor inexplicable.
¿Y cómo se te ocurría pensar que no conocía el color de tus ojos? Ni una idea, nunca-nunca.
Confundimos, decís bien. Mi respeto y tus rayes; desapareciste del mapa, no te olvidé. Siempre lejos. Venís de lejos.
Ahora sí, osás... Osás acercarte y seducirme, así tan descaradamente, tan encantadoramente, tan despreocupadamente ante el ventanal ya, con ojos achinados, sonrisa plagada de dolor, un andar danzante y ganas de callar(me); y hoy, más que ahora, entiendo que pequé de novato ante mis sueños aunque me los haya cruzado día a día.
El timón, el timón... Pero, ¿por qué vos? Bah, no sé si te lo di o lo tomaste con solo ser vos,  significar, danzar en esos infantiles movimientos en la aburrida adultez venidera, o ¡no sé!
Bella timonel, simplona resplandeciente, cómo es que fui a... Ya no me callás y los recuerdos muerden-me los talones.

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